viernes, enero 26, 2007
Doce meses de canciones
(Versión locutor)
Un año ya, cómo pasa el tiempo. El origen de El Cuartelillo era muy humilde: poner la música más actual con escasísimos comentarios y... nada más. La llegada de Ana y Jorge enriqueció el proyecto desde el primer día: una ha puesto el color, otro la historia; ella nos cuenta historias, él sentimientos; con Ana reflexionamos, con Jorge nos desmelenamos; ella aporta la cordura, él la técnica. Ambos hacen El Cuartelillo.
Ese Cuartelillo que llega a nuestras casas intentando, sobre todo, dos objetivos: el primero, que oigas la música que muy poca gente te va a ofrecer; el segundo, hacerte un traje a medida en el que tú te sientas a gusto, aunque, a veces, el color o las hechuras no te gusten, pero que cuando te lo pongas digas: me siento bien, me reconozco, es lo que quiero.
Gracias a todos por seguir ahí, gracias a Ana y Jorge por convertir un hobby en una pasión.
(Versión de los guionistas)
Dada mi condición de guionista del programa me gustaría compartir una sensación con los oyentes que viví el otro día reflejada en una persona, y pediría, si no es mucho, por favor, para cada uno de los miembros de nuestro equipo y pare el resto de los personas que disfrutan de la música como poco, como nosotros, por lo menos una como esta al año.
Mientras paso la mañana delante del ordenador, ante mí una tremenda vista industrial hace que mi única ventana a la realidad tenga diecisiete pulgadas, en ella encuentro siempre a mi chica, a varios amigos y a mi inquietud del día a día que me hace usar mi creatividad libremente, que es algo con lo que cuento en mi puesto y que, tal vez, nunca más tenga.
Me hice con un disco de The Hollies de los años sesenta y previo aviso le pregunté a mi colega si podía subir un poco la voz, que igual le gustaba lo que iba a sonar. El asintió...
De repente escuchábamos la cuarta o quinta canción y me di cuenta de que mi compañero había parado de aporrear el teclado y cerraba sus ojos mientras cabizbajo apretaba los dientes.
Estaba recordando, y lo consiguió, se puso en el lugar donde escuchaba esta canción cuando tenía 18 años, en 1965, en una pista de baile y donde se sentía de tal manera que más de cuarenta años después iba a recordar sin ningún problema. Le estaban pasando unas cuantas décadas por su imaginación a una velocidad de vértigo y eso le hizo que le subiera un calambre por toda la columna vertebral que conseguiría el estremecerse y disfrutar cómo no, de la canción, del recuerdo y del suspiro, que puede llegar a significar el mismo que puede tener El Cuartelillo cuando ha pasado un año y piense: “Hasta aquí hemos llegado, y todavía hay más, mucho más”.
Un año ya, cómo pasa el tiempo. El origen de El Cuartelillo era muy humilde: poner la música más actual con escasísimos comentarios y... nada más. La llegada de Ana y Jorge enriqueció el proyecto desde el primer día: una ha puesto el color, otro la historia; ella nos cuenta historias, él sentimientos; con Ana reflexionamos, con Jorge nos desmelenamos; ella aporta la cordura, él la técnica. Ambos hacen El Cuartelillo.
Ese Cuartelillo que llega a nuestras casas intentando, sobre todo, dos objetivos: el primero, que oigas la música que muy poca gente te va a ofrecer; el segundo, hacerte un traje a medida en el que tú te sientas a gusto, aunque, a veces, el color o las hechuras no te gusten, pero que cuando te lo pongas digas: me siento bien, me reconozco, es lo que quiero.
Gracias a todos por seguir ahí, gracias a Ana y Jorge por convertir un hobby en una pasión.
(Versión de los guionistas)
Dada mi condición de guionista del programa me gustaría compartir una sensación con los oyentes que viví el otro día reflejada en una persona, y pediría, si no es mucho, por favor, para cada uno de los miembros de nuestro equipo y pare el resto de los personas que disfrutan de la música como poco, como nosotros, por lo menos una como esta al año.
Mientras paso la mañana delante del ordenador, ante mí una tremenda vista industrial hace que mi única ventana a la realidad tenga diecisiete pulgadas, en ella encuentro siempre a mi chica, a varios amigos y a mi inquietud del día a día que me hace usar mi creatividad libremente, que es algo con lo que cuento en mi puesto y que, tal vez, nunca más tenga.
Me hice con un disco de The Hollies de los años sesenta y previo aviso le pregunté a mi colega si podía subir un poco la voz, que igual le gustaba lo que iba a sonar. El asintió...
De repente escuchábamos la cuarta o quinta canción y me di cuenta de que mi compañero había parado de aporrear el teclado y cerraba sus ojos mientras cabizbajo apretaba los dientes.
Estaba recordando, y lo consiguió, se puso en el lugar donde escuchaba esta canción cuando tenía 18 años, en 1965, en una pista de baile y donde se sentía de tal manera que más de cuarenta años después iba a recordar sin ningún problema. Le estaban pasando unas cuantas décadas por su imaginación a una velocidad de vértigo y eso le hizo que le subiera un calambre por toda la columna vertebral que conseguiría el estremecerse y disfrutar cómo no, de la canción, del recuerdo y del suspiro, que puede llegar a significar el mismo que puede tener El Cuartelillo cuando ha pasado un año y piense: “Hasta aquí hemos llegado, y todavía hay más, mucho más”.
The Stooges – Gimme Danger
DJ Shadow – I'm gonna try it my way
Scott Matthews – Dream Song
The Racounters – Broken Boy Soldier
The Chocolate Watchband – Are you gonna be there.
The Sonics – Psycho
Ryan Adams – Cold Roses
R.E.M. - Femme Fatale
Pavement – Unfair
The Dexateens – Naked Ground
Vetiver – You may be blue.
Ray Lamontagne – Three more days.
U2 – Out of Control.